En su mitología, el dragón más conocido es Smaug, el temible saqueador de Erebor en «El Hobbit». Personifica la codicia desenfrenada y la destrucción que resulta de la búsqueda del poder y la riqueza sin restricciones. Su acumulación de tesoros representa la corrupción del deseo humano y la capacidad de las posesiones materiales para corromper incluso a las criaturas más nobles.