Nadie sabe cuándo ni cómo llegó, pero su presencia es innegable. Sus escamas relucen bajo la tenue luz de las lámparas, y su aliento ardiente hace vibrar el aire en cada rincón del recinto. Algunos lo consideran una leyenda, una criatura mítica surgida de las páginas de los libros que pueblan las Bibliotecas.
Otros lo temen, creyendo que es un guardián feroz que protege los tesoros ocultos del conocimiento. Pero la verdad es mucho más compleja. En realidad, no es una bestia temible, sino un ser sabio y antiguo que ha habitado las Bibliotecas desde tiempos inmemoriales. Se alimenta de historias y conocimientos, devorando palabras y devolviéndolas al mundo en forma de inspiración y creatividad.
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Imagen: Pinterest |
Aquellos que se aventuran a cruzar su camino descubren que es un compañero inesperado y un guía en el viaje del aprendizaje. Sus ojos centellean con la chispa del saber, y su rugido resuena como un eco de las voces de los grandes pensadores y escritores que han pasado por las Bibliotecas a lo largo de los siglos.
Cuentan las leyendas que el dragón del Bibliolab conoce todos los secretos del universo y que es capaz de responder cualquier pregunta que se le plantee. Pero solo aquellos que se acercan a él con humildad y respeto pueden desentrañar sus misterios y recibir su sabiduría.
Así, permanece como una presencia vigilante y misteriosa en los confines del conocimiento, recordándonos que el aprendizaje es un viaje infinito y que siempre hay más por descubrir en las profundidades de las Bibliotecas.
Creo que alguna vez, en un tiempo lejano le conocí, allí entre libros brillaba su brillante cola y noté el calor de su aliento mientras conversábamos sobre libros. Con el tiempo me olvidé de él y ahora que lo he recordado, me acercaré de nuevo a saludarle. Me queda mucho por aprender. Un abrazo
ResponderEliminarLa gente ya no hace caso al conocimiento ancestral. Se entretiene en noticias que pueden ser bulos.
EliminarUn besito 😘