Tolkien mirando a través de las vidrieras de los enormes ventanales vio los suculentos pasteles y empanadas y cuando mira los vasos de api a través de los enormes vasos, ese color morado fulgurante le puede el antojo, busca la manera de introducirse en el local.
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Imagen: Teresa Ordóñez |
Coge un vaso lo sube arriba mirándolo detenidamente, lo baja hacia abajo y continúa mirándolo, lentamente va subiendo a la altura de su boca y zas lo bebe con un gusto increíble se lo vuelve a beber hasta finalizar, el contenido del api. Deja el vaso vacío y coge otro de api y una empanada rellena de queso va degustando tanto el api como la empanada y también coge un rollo de queso y acabó muy feliz y lo prueba saboreándolo.
Luego de ese desayuno energético, lleno de vitaminas, descubriendo las demás deliciosas y típicas recetas de la repostería de Bolivia, sonreía de felicidad como si fuera un niño. Vamos, lo que Tolkien no descubrió es que el rico api también se puede beber caliente, delicioso y vigorizante. Api frío o caliente de acuerdo a si estamos en invierno o verano.
Está realizado de maíz morado molido, el cual sembraban los incas en las alturas de los cerros a casi 4.000 metros de altura. Tolkien nunca se enteró de esta historia del maíz morado acompañado de unas deliciosas empanadas o buñuelos rellenos de queso espolvoreados de azúcar glas; delicias que se degustan en el Filandón del Bibliolab.
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